miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Cadencia de las Divinidades

LA CADENCIA DE LAS DIVINIDADES.
Un acercamiento al músico en Mesoamérica


Abigail Rodríguez Contreras*

El presente artículo, es un acercamiento mínimo hacia una historia de la música prehispánica que pretende sobre todo, destacar la importancia del músico prehispánico, sin hacer comparaciones estériles entre lo occidental y lo mesoamericano. No engrandeciendo a una sobre de otra; sino presentar una dinámica desarrollada en el México precolonial, de la manera más fiel, tanto como sea posible.
Para ello entonces, es necesario partir de una reflexión que base su importancia, desde una concepción prehispánica, sin partir de los cánones occidentales, teniendo en cuenta que el desenvolvimiento tanto cultural como estilístico, son distintos en Europa y América. El arte mesoamericano no carece de calidad, ni tampoco posee un nivel inferior ante el arte occidental, más bien poseen características situadas en contextos muy distintos, que no permiten una medición estandarizada en cuanto a criterios estilísticos.
Mesoamérica tiene la característica de albergar pueblos autóctonos y por ello  un error primario, sería compararlos con sociedades occidentales que se desarrollaron en esferas distintas, con elementos que van desde el clima hasta la relación con otros pueblos,  haciéndolas acreedoras de características propias, muy ajenas a las nuestras. Una tradición en la historia muy añeja nos ha heredado la concepción de que lo occidental, es la base del conocimiento, es lo correcto. De este modo, cuando un pueblo o una ideología no tienen las mismas características; su misma condición de ajeno, se convierte en sinónimo de erróneo. Más que ello, es necesario un repensar desde la perspectiva de los pueblos, sin la necesidad de rendir comparaciones, situándonos lo más cercano posible a sus puntos de vista y cosmovisión de su propia historia; en este caso nuestra historia de la música en México.
La definición occidental de arte,  responde a cánones del siglo XV ubicado en el renacimiento italiano, cuando se pretende hacer una distinción entre Arte y artesanía. Arte es entonces, un acto original donde el ser humano específicamente, expresa ideas o emociones a través de recursos plásticos, pictóricos o sonoros.   Sin embargo, en Mesoamérica las cosas eran un tanto distintas. Todo lo que hoy podemos considerar arte, para Mesoamérica fue concebido desde un aspecto religioso, íntimamente ligado con lo sagrado, con lo espiritual y lo mítico, porque en Mesoamérica esto tiene un gran peso y es un motor primordial para el funcionamiento del mismo cosmos.
Para los mexicas, las creaciones artísticas eran indisociables de los conceptos ideológicos, ya fuesen religiosos, económicos, políticos o sociales. El arte para el México antiguo era una manifestación material de su visión del universo. Sus símbolos, sus enlaces con la naturaleza real o fantástica y su lenguaje visual, les permitían crear realidades paralelas donde lo humano y lo divino, expresaron mensajes sagrados asociados con las ideas cosmogónicas, que determinaban su percepción del mundo circundante.
La música entonces, pasa a ser parte de esta cosmovisión, que aporta desde los sonidos, un rasgo particular a la cultura. Sin embargo no por su naturaleza sagrada, debemos considerarla como hermética, o al menos no toda, ni tampoco debemos tener en mente una idea de estancamiento o desarrollo pleno y trabajado; al contrario.
A lo largo de los horizontes de Mesoamérica, podemos ver un desarrollo de los instrumentos, que se gestan desde que el hombre como ser humano está en su “infancia”, en la “Etapa formativa” de 2500 a.C, hasta la conquista de los Españoles en 1521. Teniendo así, un avance y un trabajo milenario de la exploración y manipulación de los sonidos, abasteciendo de una cultura musical definida y pulcra, que ha dejado una huella intangible, pero evidente sobre la música autóctona, y la música resultante del mestizaje. Hoy en día, podemos afirmar y dar cuenta de una basta tradición musical en nuestro país.
La educación musical para Mesoamérica fue muy importante y está documentada por los más importantes cronistas de la nueva España, como Fray Bernardino de Sahagún, Torquemada y Diego Durán, así como también en los más importantes códices como el Borbónico, Borgia, Vindobonensis y Tudela; sólo por mencionar algunos, se manifiestan imágenes de hombres tañendo tambores y tocando grandes trompetas de caracol en las más importantes festividades sagradas de su tiempo.
La educación es un elemento muy importante en una sociedad, ya que por esta se transmiten a los seres humanos los conocimientos  y experiencias  que son herencia de generaciones anteriores, enseñanzas que adquirieron a lo largo del tiempo y que permiten el desarrollo y avance de una sociedad; en este caso, la musical. Siendo así, la educación para los Mexicas, no fue la excepción, ya que de ello el futuro del imperio, en las escuelas se estaban formando a los próximos dirigentes y a los próximos habitantes de la ciudad. Esta no sólo buscaba enseñar todos los conocimientos si no que se trataba de formar a hombres que tuvieran un “rostro y corazón”, a lo que nosotros llamamos personalidad , es decir que se buscaba formar a una persona sensible y segura de su camino en el mundo.
Las dos escuelas principales para ellos eran el Calmecac y el Tepolchcalli, la primera para los nobles y la segunda para los macehuales. Sin embargo, no eran las únicas escuelas, había unas especializadas en mantener los cantos y danzas para ejecutarlas en las fiestas rituales calendarizadas para los dioses; en estas escuelas además de estudiar los instrumentos, se estudiaba cómo entrar en contacto con los dioses,  para mejorar la comunicación con el pueblo en un nivel socio-religioso.
El Culcacalli, era el lugar donde se enseñaba e el canto y baile, aquí acudían  los jóvenes de ambos sexos por las tardes.  . Un Cuicacalco en donde se ensayaban los cantos y bailes. . También se habla de la existencia de un Mixcoacalli en donde se guardaban instrumentos musicales y en donde acudían los músicos y bailarines profesionales, aquí no asistían los alumnos, sólo era el Tlatoani quien acudía para aprender algunos cantos y danzas, ya que como máximo representante político y religioso, debía también tener conocimientos sobre la música, es decir, sobre el aliento de los dioses.
Ciertas profesiones requerían talentos específicos, sobre todo en el terreno artístico. Las danzas, obligatorias en casi todos los ritos, imponían la presencia de músicos, esencialmente percusionistas, entre otros.  Estos profesionales actuaban en ceremonias religiosas, pero además de ello, participaban en fiestas y ceremonias importantes como matrimonios y nacimientos. Para la ejecución de estos eventos había un director (Tlapixcaltzin). Tambien estaba el Mecatlán “lugar del cordel”, ahí se enseñaban todos los instrumentos. .
Cuícatl, era un vocablo muy común: su representación gráfica es una voluta de la palabra (el tlahtolli), pero adornada con flores, Lourdes Tourrent en La conquista musical de México, nos dice que es como expresar palabra florecida, para los mexicanos no era entonces el significado como lo conocemos ahora: poema, sino música con palabras.
Y esto me remite, específicamente a Xochipilli, deidad mexica de las flores, la música y la danza y el canto . Es una de las esculturas más representativas de la cultura Mexica, Representado sobre una base de piedra que representa un templo, él y la base están cubiertos de flores y hongos sagrados, como otras sustancias psicoactivas que refuerzan la idea de la sacralidad, la música, la danza con estados relacionados con el chamanismo y otras prácticas para llegar a un diálogo con los dioses.
Este canto es el himno a Macuil Xochitl, quien es la divinidad tutelar de la música y el canto, el baile y la nobleza cortesana, pudiendo extender su influencia hacia la poesía, el juego y aún el placer carnal, su representación es el Quetzalcocochtli, el ave que canta al amanecer, se representa siempre danzante, con un penacho y cresta de ave, su figura es la de un hombre desnudo, desollado, pintado el cuerpo de rojo, con una flor sobre la boca (representación de la poesía, el canto, la música), con un escudo en que hay cuatro piedras y con un cetro en forma de corazón.  
En los poemas, o cantos mexicas, pueden observarse en conjunto, la música, la sacralidad de los dioses, y en ocasiones, factores bélicos (carácter propio del postclásico) de invocación que pretenden establecer un diálogo entre quien canta y el dios, el músico no con un afán de entretenimiento ni actividad intelectual, la finalidad en Mesoamérica cambia, la música es portadora del diálogo y en ello versa la importancia de su práctica de la misma festividad. El sonido de los instrumentos se entendía como las voces de los dioses (esto recordando a Quetzalcóatl y el caracol por donde pasa su voz después de derrotar a Mictlantecuthli), y los propios instrumentos entonces, eran contenedores de las divinidades, por lo que incluso, se les veneraba a la par que los dioses en los templos, y de esta forma, no cualquiera podía tocarlos.
La religión en Mesoamérica es sin duda, el motor, el por qué, en dónde y el cómo de todas las cosas, y por ello tanto el universo como el tiempo, no pueden concebirse sin su esfera mitológica y religiosa; la música, no se libra de; más bien, se gesta en ello. Es así como la música es un elemento de la divinidad, que mediante el músico, se propaga ante la sociedad que respalda la existencia de los mismos dioses, el intercambio social dentro de la cosmogonía religiosa, fortalece el perfil del músico y lo hace importante.


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