jueves, 24 de noviembre de 2011

PORQUE NUESTRA VIDA ERA LA FÁBRICA


                               Abigail Rodríguez Contreras

PORQUE NUESTRA VIDA ERA LA FÁBRICA.
Un estudio sobre el cacicazgo de Antonio J. Hernández.

INTRODUCCIÓN
Imaginemos un pueblo ideal. Una gran fábrica que impulsa la economía de todo un estado. Grandes fiestas comunitarias, torneos deportivos, casas que la fábrica otorga alrededor del centro fabril. Bandas de música, escuelas, teatro, centro de  salud; el bienestar social garantizando para una comunidad trabajadora. Es casi ideal, el pueblo perfecto que se nutre a partir de su propio trabajo y lo aprovecha, heredando a sus hijos un patrimonio sólido en el cual desarrollarse gracias al amparo sindical que distribuye sus bienes de manera correcta entre la comunidad. Eso parece, en primera instancia, la fábrica de hilados y tejidos de Metepec hacia las décadas de los cuarentas, cincuentas y hasta casi terminar los años sesentas del siglo XX. Sin embargo, bajo toda esta capa de luz y armonía, se dejan entrever profundas heridas, aún abiertas, que tardarán mucho en sanar y que aún hoy, a casi década y media de entrado el siglo XXI, continúan cerrando para dar paso a una cicatriz que marcará la piel de Atlixco para siempre.
La fábrica de hilados y tejidos de Metepec, fundada en 1902 para después consolidarse como la segunda más importante del país después de Río Blanco, se consolida como una de las más poderosas de México, hasta su declive y cierre definitivo en el año de 1967. Es así, como la lucha obrera que se asocia de manera directa con el génesis revolucionario y las grandes huelgas de solidaridad que ésta tiene con otras fábricas de México, así como la manera en la que se involucra posteriormente en la etapa revolucionaria, ejerce todo el peso de su historia en un devenir conflictivo con el gobierno postrevolucionario. Este, sumergido en sus contradicciones internas, intenta homogenizar, imponer y absorber a sus sindicatos quienes tienen, una marcada tendencia libertaria y de lucha en la memoria histórica del pueblo.
 Así, con una historia datada desde el porfiriato, hasta la década de los setentas, ésta ejerce su poder de dominación ante los obreros que laboraban en ella, para conseguir en distintas etapas del siglo XX, resultados favorables para los intereses políticos como corporación, que devendrán en la creación de una maquinaria de muerte, diseñada para silenciar de tajo, a los detractores posibles de los planes del nuevo gobierno surgido de la revolución mexicana.
La periodización de la problemática del presente ensayo, se divide a grandes rasgos en dos partes: la primera que transcurre entre los años de 1919, tomando como punto de partida la fundación de la CROM (Confederación Regional de Obreros Mexicanos), pasando por la afiliación a ésta de manera voluntaria, o por imposición de los trabajadores de la región atlixquense. Este es sin duda, un punto clave para comprender el inmenso problema al que se enfrenta la región; la lucha intergremial entre CROM y FROC (Federación Revolucionaria de Obreros y Campesinos) y la reacia lucha que ambos sindicatos tienen en el escenario regional que desean dominar. Es entonces cuando la CROM, apoyada por el aparato estatal logra afianzar su poderío y así, concreta su hegemonía después de haber aniquilado a sus opositores mediante mecanismos de intimidación, exilio, persecuciones y asesinatos. Esta mecánica afectó no sólo a los obreros, sino a las familias y a la manera en cómo comenzaron a concebir su microcosmos, a partir del miedo y la violencia que los líderes sindicales, ejercían sobre ellos y que no quedaba otra, más que obedecer.
La segunda parte de esta periodización, consiste en la década de los cuarenta, cuando se logró cristalizar esta imagen del pueblo armonioso, el sindicato finalmente homogenizado y totalizante, para así manejar en el discurso oficial acontecido en la región Atlixquense, una imagen positiva del pueblo, de orden y prosperidad. Sin embargo, este panorama benefactor y luminoso, estaba cimentado bajo la sombra del terror y la violencia extrema perpetrada sobre los habitantes de la región de Atlixco quince años antes, en el enfrentamiento intergremial de la primera parte de esta periodización.
Este estudio pretende reconstruir la historia del cacicazgo, tocando, hasta donde sea posible,  las dos partes de la periodización, para así poder comprender el impacto que el cacicazgo tuvo en la vida cotidiana de: obreros y sus familiares, trabajadores que desde sus pueblos fronterizos con Atlixco, se enteraban de lo ocurrido en los centros fabriles.
Utilizando como materia prima las entrevistas hechas a familiares de obreros; hijos, nietos e incluso, a los bisnietos que ya no vivieron el conflicto pero que saben, por relatos familiares, de la problemática ocurrida en  Atlixco. Esta última parte es vital para la investigación dado que es interesante cómo la memoria histórica de un pueblo, hereda el miedo y además, sigue perpetuando el silencio hacia miembros externos del seno familiar de confianza, tal como ocurría en la época sanguinolenta,  de la primera etapa de la lucha intergremial de Atlixco.
El miedo y la implementación del mismo, deben ser una de las armas que llagaron de manera más profunda a los hombres, mujeres y niños, que habitaron en la región de Atlixco en la lucha intergremial y a partir de la consolidación de la CROM en los años cuarentas. En una especie de prisión mental, donde toda conducta imprecisa, no calculada, estaba penada por las leyes del ojo omnisciente y castigador de un cacique quien, lejos de la avejentada definición colonial proteccionista, que cuidaba a su pueblo dialogando con las autoridades; oprime al pueblo de diversas maneras para beneficiarse a sí mismo  y legitima su poder mediante el miedo y la violencia. Antonio J. Hernández,  toma así una postura totalitarista, que toma por prisionero al un pueblo que gobierna y escalando de todas las formas posibles, la burocracia sindical, hasta conseguir un estatus de poder irrefrenable, que lo lleva a dirigir la CROM a nivel nacional.
Mi investigación pretende documentar los testimonios de los habitantes de Atlixco, para lograr un análisis de la historia no oficial, una historia desde abajo, que mediante la oralidad devela poco a poco, las percepción de terror generalizada, que ha permanecido en silencio durante casi, todo el siglo XX, en torno al cacique: Antonio J. Hernández, quien gobernó literalmente, a Metepec y sus alrededores.
Sus comportamientos, decisiones y mandatos, crearon en dichas poblaciones obreras, normas de comportamiento específicas para sobrellevar la vida, no sólo de los obreros sino también de sus familias. La repercusión en la vida cotidiana es fundamental, para comprender el silencio y el hermetismo de los habitantes, que aun hoy, a pesar de no haber vivido en carne propia los sucesos, las muertes, la represión; saben que deben seguir callando.
ANTESCEDENTES
Es necesario abordar, de manera breve la problemática acontecida quince años antes del periodo más cruel de la lucha intergremial, hacia la consolidación del poder caciquil en Atlixco por parte de la CROM y su líder Antonio J. Hernández. Así pues, se debe abordar la época que  estos quince años pertenecen a una lucha intergremial entre la CROM y la FROC. La CROM nace en 1918 en Saltillo Coahuila y un año después llega a Puebla donde es reconocida con el nombre de “la sindicalista”.  A pesar que la CROM se había declarado a nivel nacional como anticomunista, en Puebla, las cosas son un tanto diferentes, en un inicio  llevaron excelentes relaciones con el Partido Comunista Mexicano (PCM), lo que inspiró en muchas medidas, huelgas donde los obreros exigían el respeto y el reconocimiento de sus sindicatos ante los patrones que eran, en su mayoría extranjeros. A nivel nacional durante la época de los 20’s, la CROM instaura su poder hegemónico como la primera organización obrera del siglo. Sin embargo, diversas turbulencias van a terminar por desajustar los lineamientos del sindicato, y hacen tambalear la estructura sobre la que cimientan su poder.    
En 1923, Vicente Lombardo Toledano, como gobernador del estado de Puebla, fortalece a la CROM en el estado y la entidad poblana, constituye desde ese momento un importante bastión del sindicato, con una de las fábricas, además, más  importantes del país. La CROM busca siempre, tener puestos de poder en el estado, rebasando las fronteras de lo puramente sindical, es así como los líderes de la CROM van a tener siempre, un puesto en el aparato legislativo del estado mexicano. Álvaro Obregón mantenía una estrecha relación con la CROM al inicio de los veintes y como jefe máximo de la revolución mexicana, protegía sus intereses. Sin embargo a medida que la década fue transcurriendo, las relaciones de Obregón con los obreros se fueron enfriando, para dar paso a un apoyo al sector agrario. Esto no convenía a los intereses de la CROM y es por ello que en muchas interpretaciones históricas se culpa al sindicato por la muerte del caudillo (Gamboa Ojeda, 1981) A la muerte del caudillo revolucionario, inicia una crisis sindicalista. En el ámbito local, la “sindicalista” se deslinda de la CROM y se ve muy debilitada en la región de Atlixco.  Vicente Lombardo Toledano en 1932, se separa también de la CROM dando paso a una división fundamental para comprender el proceso y la ideología que el sindicato manejará desde entonces. Se crean el sindicato disidente de la CROM o los Lombardistas y el oficial dirigido por Luis N. Morones. Es entonces que en Puebla, se sientan las bases para el inicio de la lucha intergremial en 1932-1933 entre lombardistas y moronistas; entre la FROC y la CROM.
Para ir insertando las historias de los obreros, comenzaremos hablando un poco del obrero Pedro Perez, quienes sus hijas, hoy unas ancianas tienen vagos recuerdos de su padre a quienes sólo veían los domingos. Pedro Pérez Ramirez, fue uno de tantos obreros que llegaron a la ciudad de Atlixco en el estado de Puebla, para trabajar en una de las fábricas más importantes de México desde el Porfiriato: La fábrica de hilados y tejidos de Metepec.
Es importante destacar el hecho que la mayoría de los trabajadores llegaron a Metepec de otros lugares de la república.  El padrón de la fábrica de Metepec de 1905 tiene registrado que en la fábrica, los trabajadores procedentes de otros lugares formaban la mayor parte de la fuerza de trabajo, de 707 obreros registrados en un padrón, 235 eran de la ciudad de Puebla y 349 eran originarios de distintos puntos, y de esos 235 trabajadores sólo 123 eran originarios de la ciudad de Atlixco.[1] (Castañeda González, 2005)
Sí, venía de Miraflores. Adelaida (su madre) no sé si vino, yo nada más sé que mi papá se salió de su casa ahí de su tierra y se vino para acá para Atlixco yo creo pues por problemas o ve tu  a saber, se vino caminando desde allá de Miraflores hasta acá, quién sabe cuántos días duraría yo creo de ahí acarreó sus hermanos o él vino o quién sabe Yo me acuerdo que mi mamá decía que mi abuela metió a trabajar a mi papá a la fábrica, pero como se dedicó a los pulques mi papá se quedó con su puesto desde que era niño[2]
Estos obreros, tenían ya experiencia con máquinas o con una labor obrera, tomando en cuenta el hecho de que, Adelaida la madre de Pedro y Pedro, venían de la fábrica de Miraflores, ubicada en la zona de Chalco, donde había ya una experiencia desde el siglo XIX con las fábricas, hablándonos entonces de trabajadores con experiencia, en que el dueño era un Inglés con una política proteccionista que inculcó valores de su país, específicamente metodistas, en el desarrollo de su fábrica. (Bastian, 1989)
Estos, fueron quienes comenzaron a urbanizar la ciudad de Atlixco, y a tener los puestos de manejo de máquina en la fábrica. Entre los años 1890 y 1900, la población aumentó considerablemente, pero fue en el periodo de entre 1900 y 1919 fue evidente el crecimiento en torno a los centros obreros y la misma ciudad, muchas familias de los trabajadores, que no eran oriundas de Puebla, comenzaron a llegar a vivir con sus familias, lo que propició un cambio económico considerable en la población. (Castañeda González, 2005)
Le digo este, y aparte mi papá trabajó en la fábrica, nada más que él era mecánico. Reparaba las máquinas, él llegó creo que en 1920, y él ya se dedicaba a eso, ya era reparador de máquinas, era mecánico armador, él armaba y componía las piezas de las máquinas. Por eso entonces lo aceptaron, pero en ese tiempo nos cuenta que trabajaban hasta mujeres que vestían con sus enaguas y, vaya con sus blusas así como del tipo de los pueblitos y eran obreras [3]
Atlixco no sólo albergó  la fábrica de Metepec, hubo otras también muy importantes como el León, La concepción, la Carolina, Los Molinos, El Carmen y el Volcán. En este ensayo trataremos dos de estas fábricas “secundarias” ya que forman parte de los testimonios orales recabados: El León y la Concepción.
Desde que yo tengo uso de razón mi padre también trabajó pero él trabajó en la fábrica del León, y trabajó ahí desde que era jovencito, mi papá era primero era carpintero pero después ya no sé si aprendió otro oficio, y ya era Trofilero, y eso constaba me parece creo era como de poner canillas en los telares de las máquinas, iban llenas de hilo, y trabajó toda su vida de eso porque antiguamente, acá en Atlixco, toda la región todas habían fábricas, pero la vida, toda nuestra vida, tenía que ver con las fábricas[4]


LA  SANGRE
1933-1948
LA FROC en Puebla, fue el máximo representante del lombardismo. Es por ello que debía combatirse  desde la CROM, y en años posteriores, el estado interviene para su desaparición total. La lucha intergremial se recrudece en esta etapa, hay asesinatos de uno y otro bando, aunque los más afectados fueron siempre los de la FROC.
En mitad de mis investigaciones y entrevistas, me topé con una historia que mi familia decidió ocultar por casi un siglo; la existencia de un hermano de mi bisabuelo, quien también como él era obrero en la fábrica de Metepec, pero que al inmiscuirse en “asuntos de la política” se metió en problemas y tuvo que huir del estado para nunca más volver. Además de ello, el olvido impuesto fue necesario, debido al miedo que generaba el hecho de pertenecer a estos círculos gansteriles y ser relacionados con ellos. Así mismo, me topé con la historia que mi propio bisabuelo, había sido amigo de Antonio J. Hernández desde la niñez, cuando ambos eran obreros de la fábrica, sin embargo esta amistad se rompió cuando Antonio J Hernández, comenzó a inmiscuirse en los círculos de poder de las facciones sindicalistas y a escalar en la jerarquía del poder burocrático sindicalista; otra historia que por obvias razones, era mejor ocultar.
Yo no conocía a don Antonio, mi mamá sí porque ora si que por su culpa se casaron. Es que cuando eran jóvenes pues eran amigos, entonces don Antonio le decía a mi papá cuando mi mamá pasaba, ahí va tu novia ahí va tu novia, porque don Antonio se llevaba con mi mamá, entonces por eso mi papá conoció a mi mamá, le hacía burla, y ya después don Antonio se la presentó.  Pero luego mi papá le comenzó a hablar de usted, porque mi papá no era un tranza, pero don Antonio subió porque se metió a la política. Antonio subió pero por la tranza.
Una época cruda de matanzas entre bandos se había desatado, las comunidades fabriles eran centros de lucha intergremial, era común que a diario se encontrara algún cadáver de algún bando y al día siguiente, como venganza el cadáver del bando contrario. La situación era insoportable, los habitantes de la región vivían una situación jamás antes vista, no sabían cómo actuar, qué hacer, los niños aprendieron a vivir callados, guardando silencio, evitando mirar lo sucedido y sobre todo, aprendiendo que la lucha entre los bandos asesinos, imponía un respeto infundido por el miedo, que era mejor no retar.
Fíjese hubo una vez, era yo chamaca, niña chica. Así hubo sesión, me acuerdo que fue un viernes, y ahí se opuso rotundamente un señor, y pues ya pasó todo lo que usted quiera, para el sábado en la noche, se oye la balacera ahí en una de las casas públicas,  y no salga usted, no saque usted la cabeza, bueno pues quién se atrevió a salirse a ver que pasó el lunes ya no estaba, pero bueno, para el domingo y ahí estaba tirado el muertito en la calle, quién era? Pues el que se opuso. Y yo me quedé mirando, me acuerdo. Me jaló mi mamá de mis trenzas porque yo fui a ver, chamaca babosa, mi mamá me alejó me dijo ¿qué vas a hacer?, te van a matar. Pero así era, si era grueso eso, porque sí era cierto que nos podían hacer algo por yo andar ahí viendo.[5]

La situación era insoportable para entonces, los obreros de ambos bandos y algunos habitantes de la región escriben al presidente Lázaro Cárdenas del Río demandando paz en la región, ante una sangrienta lucha que no vería su fin hasta 1948. El presidente de la republica atiende al llamado de la población, y viaja a la zona para verificar los conflictos en los que se hallaba inmersa la lucha intergremial. Para entonces, la FROC, era la fuerza más poderosa del estado, sin embargo la CROM domina Metepec y pro su alto número de trabajadores, es posible que haya fuerzas aplastantes entre los bandos, a pesar de su abismal diferencia con respecto al resto del estado. La CROM deseaba imponer una hegemonía en las fábricas de la región, estas fueron: La concepción, El Volcán, La Carolina y el León.
El 23 de septiembre de 1936, Lázaro Cárdenas del Río, decreta la necesidad de organizar un sindicato que aglutine a todos las organizaciones de Atlixco para evitar la lucha intergremial y así es como forma la Federación Regional de Sindicatos de la Industria Textil. Uno más de los puntos de su decreto, es expulsar a los líderes tanto de la CROM como de la FROC, ya que eran directamente responsables de los asesinatos entre sus bandos. Sin embargo este decreto sólo duró un año, la CROM y la FROC se volvieron a separar con la aprobación del gobernador en turno. Los lideres sindicales regresaron a sus lugares de orígenes, que cabe destacar, jamás dejaron de dar órdenes por medio de intermediarios. Es decir, el decreto presidencial no cumplió ninguno de sus puntos y fue un mero papel que apenas, logró en el discurso oficial, distancia y poner una separación mínima al conflicto que terminó por agravarse más en el gobierno Avilacamachista en Puebla. Además, el decreto puede ser analizado, no desde el punto de vista de Lázaro Cárdenas como defensor de los derechos de los ciudadanos de las comunidades fabriles, sino, como el deseo de incorporar a como diera lugar, incluso en una zona tan conflictiva como Atlixco, un plan de nación con un alto número de trabajadores y dar, sobre todo, una estabilidad nacional bastante merecida para el pueblo mexicano, post-revolucionario, en el discurso benevolente con el que siempre se le maneja.
 Maximino Ávila Camacho, gobernador del estado de Puebla, apoyó incondicionalmente a la CROM militarizándola para terminar con la FROC, arropando enteramente en el aparato estatal a la primera organización, y así pacificar, de la manera más violenta la región de Atlixco, para dejar libre la candidatura a su hermano Manuel Ávila Camacho, como presidente de la república, esto sin duda, hablaría bien de él y la capacidad que tenían ambos para controlar un problema de tal magnitud, no haciendo dudar a Lázaro Cárdenas por ceder la sucesión presidencial al político poblano.
Es así como gracias a la fuerza represiva de Ávila Camacho, la CROM se fortalece terminando con toda la disidencia posible de la FROC, en un periodo donde la sangre se esparce aún más y tiñe de muerte la región. La implementación a finales de los años 30’s de los mecanismos político-sindicales que regirían la zona Atlixquense ya estaban dados, es así como la CROM, se convirtió en la célula de control oficial del movimiento obrero y campesino para los años cuarentas, con su jefe omnisciente en la punta del iceberg; Antonio J. Hernández.
LA HEGEMONÍA
1947-1985
Consolidada la CROM como la fuerza máxima sindical de Atlixco, después de la lucha intergremial sangrienta y despiadada, fue necesaria la obtención de la legitimidad ante el pueblo. Es así como durante la época de los cuarentas y cincuentas, en pleno milagro mexicano y entrada la Segunda Guerra Mundial,  Manuel Ávila Camacho apoya una industrialización del país donde hay un auge considerable de la industria textil debido a la demanda generada después del conflicto bélico internacional.  La industria textil como soporte del estado de Puebla, teniendo como principal productor a la región de Atlixco, se vivía una época de seguridad económica garantizada, pero con una sociedad fuertemente golpeada por las casi dos décadas de lucha incesante.
Miguel Alemán Valdéz, logra al fin la pacificación del pueblo y apoya también a la CROM para que no vuelvan a darse levantamientos innecesarios ni el brote de nuevos sindicatos, es por ello que apoya siempre con fuerza estatal a aquellos quienes  “se salgan del costal”, premiando a los lideres cromianos con puestos en la legislatura. Es así como desde 1940 hasta 1994, todos los diputados locales de Atlixco, pertenecen al PRI, pero están afiliados a la CROM, de uno u otro modo.
Antes de continuar con el relato histórico de la consolidación de la CROM, habrá que definir brevemente la figura del cacique y por qué, a pesar de que los mismos habitantes, sin ningún conocimiento teórico sobre el tema lo llaman así, encaja perfectamente en el perfil de un cacique moderno, que controla la fuerza de trabajo, y además de esto, vigila y castiga a su pueblo con medidas fuertes sin ningún tipo de titubeo.
 Antonio J Hernández, según el modelo de cacique de Will Pansters (Pansters, 2006) y construye su liderazgo. Este proceso requiere el control del tipo político, eocnómico y social de un área geográfica en particular y de una comunidad, en este caso la región de Atlixco y particularmente, la fábrica de Metepec. Con toda la violencia intimida y logra el reconocimiento y legitimación como único líder del dominio territorial. A pesar que hay líderes en niveles superiores como presidente municipal, gobernador o presidente de la república. Él estaría ubicado en el ámbito sindical controlando a los obreros y sus familiares, su vida cotidiana dentro y fuera de la fábrica.
Para lograr su fase de estabilización y reconocimiento con el pueblo, inicia a partir de 1947, construcciones, con el propio dinero de los obreros, de centros de salúd, escuelas, parques deportivos, organiza eventos masivos, la fiesta sindical como la fiesta más grande incluso sobrepasando a la parroquial, el apoyo a las iglesias y en el caso de J. Hernández, el estrecho vínculo que mantiene con la iglesia católica para así, perpetrar su poder incluso sobre los poderes de la fé en México, que como sabemos, son siempre muy importantes.
Este bienestar aparente brindado a la población, era en realidad un soporte para su gobierno quien beneficiaría directamente su cacicazgo, dando legitimidad a su gobierno de la manera en que, los niños educados en escuelas del sindicato, con maestros adscritos al sindicato, llevarían una educación que bajo ningún concepto, podría atacar los perceptos del cacique. Todo estaba regulado, desde el ámbito de la salúd hasta el ámbito de la diversión, había personas dedicadas a escuchar todo lo que se decía, por eso los habitantes debían guardar silencio o debían atenerse a la consecuencia de su disidencia. La sociedad perfectamente controlada, la cárcel más grande sin rejas estaba en Metepec durante los cuarentas, cincuentas y sesentas.
Así fue Metepec, el sanatorio de aquí lo hicieron con sus cuotas los trabajadores, también una escuela secundaria, si hubiera seguido la fábrica, esto ya estaría transformado, grande, grande, y acá atrás de los cerros la Volkswagen, pero los alemanes pensaron que J Hernández iba a meter mano como líder y ya no metieron ahí la fábrica, ya no, si no hubiera existido Don Antonio, hubiera habido más fábricas, pero quién sabe cómo hubiera sido Metepec, porque por su forma de pensar existe todo esto que ustedes ven, el campo deportivo, el reloj, la escuela, el seguro.
Llegó a haber un equipo de beisbol casi profesional, una banda de música, mariachi Metepec, aquí vino Javier Solis,  hasta venía a tomarse sus pulques en la calle ancha cuando no era tan famoso y luego vino con la caravana corona y cuando comenzó a cantar Javier Solis, que le gritan: ya págale los pulques que debía, pero siguió cantando y que se baja y que se va luego luego.
Aquí era el centro febril textil, más reconocido en la república. Mi papá siempre anduvo de overol, el día del niño venían casi de los inditos, de los pueblos, no había uniformes en la escuela, el día del niño les regalaban a los niños su manta para sus pantalones, aparte su nueve, era bien bonito. En la escuela, mandaban a todos su manta y su nieve desde la parte de la fábrica.”
En la fiesta patronal por ejemplo pedían aquí en Metepec la famosa cuota, y aquí lo que se hacía era muy bonito todos los 16 de septiembre los trabajadores con lo que les descontaban de su trabajo, su raya, es la raya que le llaman, de cada ocho días y juntaban dinero y hasta traían novillos y eso, pero ahora ya no hay nada de eso, ya no hay fuerza, ya no hay nada.[6]
Bajo este discurso simple pero sustancioso podemos ver, que a pesar de todos los atropellos que la sociedad vivió, aún reconocen la armonía aparente de su pueblo en esta época de paz. Sin embargo, también reconocen el peligro que era retar a la autoridad y las consecuencias que ello podría traer a sus vidas.  
Los habitantes también tienen recuerdos de la via de los líderes, que afectaron directamente a la vida de los pobladores:
Pachangas, pachangas grandes cuando eran el santo de los líderes, Antonio J. Hernández hacía cada año su fiesta para él. La mayoría de veces era aquí en el casino del volcán aquí en Atlixco. Ahí iban los líderes, el líder y yo le digo a usted sus achichincles, sus pistoleros, y gente que venía de Puebla. Pero no, los pobres obreros no tenían derecho de presentarse ahí. Pero era muy obvio que ese dinero venia de todos los obreros. Nada más sé que era unas pachangas grandes, una comida grande, mujeres, vino. Todo mundo sabía eso, y culminaba con un muertito.Al otro día de la pachanga que mataron a fulanito, por qué quién sabe pero lo mataron, ya era de tradición cada año que mataran a alguien, entre ellos ya no se podían ver ya que estaban cuetes, ya tenían pleitos. No, fue una vida muy fea esa, puro caciquismo. Con Camarillo era también una fiesta grande, hasta con muerto y todo[7].

Es aquí que creo propicio introducir un pequeño análisis sobre el nivel de miedo infundido por las autoridades y la manera en que estas conductas se castigaban, me valdré de cuatro testimonios de mis informantes que me permitiré transcribir de manera seguida a continuación:
Yo tengo una anécdota, cuando era yo niño estábamos jugando en la noche, con unos niños, acá en el patio entonces al otro dia lo fuimos a traer a su casa, y ya estaba vacía su casa, y entonces le digo a otro niño no están mira, después supimos que a su papá le dieon 24 horas, dicen que en el sindicato le gritó creo a J Hernández, y pues ese fue su gran error. Se fue después a trabajar a la Covadonga allá en Puebla. Ese ya era el límite, eran personas que hablaban mal de Metepec del caciquismo.Yo desde chico me gustó leer y vivir independientemente como dibujante, era una tristeza muy grande esto de la fábrica, porque pues cuidado por ejemplo yo ahorita, que hablara del cacique no, J hernandez, no yo no podía decir que era un quien sabe que matar, ya en la tarde ya estaba yo muerto, ya no lo contaba, la gente le daba 24 horas para irse.[8]

Las prácticas aquí descritas, dan cuenta de la cotidianidad de la vigilancia como un aspecto de la vida cotidiana y el control que se tenía sobre los obreros y las familias de los mismos, quienes vivian en los caseríos alrededor de la fábrica, esto hablándonos también de un control geográfico de los espacios habitados de los obreros en la época.
José si se metió pero mi papá no quiso, si hubiera seguido así hubiera sido yo creo que del mismo tamaño de famoso y malo que don Antonio, pero lo cacharon, ahí si ya no sé yo cómo, después se fue ya mejor, porque le dieron sus 24 horas para irse, y se fue a vivir a San Martin Texmelucan.[9]

Con respecto a “las veinticuatro horas” es una práctica común que se va a repetir en todos los informantes a quienes entrevisté. En el mejor de los casos podían huir a otras entidades, en el peor, los sicarios de los respectivos sindicatos los ejecutaban para así, minimizar a los enemigos que afectaran los intereses de los grandes líderes.
Fíjese yo me acuerdo una vez, era yo chamaca, antes se les llamaba, ahora le llamamos junta, voy a junta ¿no? Va a haber junta en la escuela ¿si me entiende? Antes decían va a haber sesión, en aquél entonces, entonces como siempre había ciertos compañeros que no les gustaba la decisión y se revelaban, y nada más los veían quién fue y cuántos fueron.  Bueno, si usted quiere la sesión comenzaba a las 2 de la tarde saliendo el primer turno, acababa a las tres, para las cinco de la tarde llegaba la orden a la casa de ellos: tienes veinticuatro horas para salirte, cómo le hagas, quién sabe, y con todo y tu familia para que nunca regreses, y así pasaba eh. Sí no se salían ya eran hombre muerto. Porque sí no, mataban al obrero y la familia se quedaba desamparada.[10]

La práctica de las 24 horas ya presentada, continuamente en los informantes, nos habla de una fuerte vigilancia en la cual, ninguno de los elementos de la comunidad podía cuestionar los aspectos gubernamentales del jefe político o cacique de la región.
Otros de los testimonios dados, nos hablan de la negación del pasado, algunos de los informantes lloraron al momento de la entrevista, otros lo negaron todo, el aspecto de la negación funge también como una manera de restringir el dolor, de evocar sus orígenes para no volverlo a vivir en la memoria, como el caso de Guadalupe Meztitila, habitante de Atlixco durante la época del cacicazgo:
Yo no sabía bien qué cosa pasaba en mitad de mis amarguras, lo único que recuerdo fue eso, no sé si León o Metepec cerró primero. Y yo de Antonio J. Hernandez, ¿qué me acuerdo de su vida?, hay cosas que no tomaba en cuenta las cosas que pasaba sólo sabía que pasaban, en aquel entonces estaba yo re bien burra, no sabia el año, a veces las pláticas salen, la memoria la he estado perdiendo, pero de ese hombre, del Antonio y del Camarillo, sólo yo sé que los dos son unos hombres que han sido malas personas, de matar y mandar matar y todo eso, siempre o sea, de puro malo, para qué quiere uno andar hablando de esas personas tan horribles, andar hablando de cosas malas, no, para qué, además no sé nada, todo son cosas malas, ora si que de puro malo, las pocas cosas que yo sé de él todo son malos”[11]
 Las mujeres que formaron parte de una política restrictiva, en la cual el silencio se tornó  un elemento clave para evadir los recuerdos y poder seguir viviendo, al olvidar, se olvidan políticamente las vejaciones sufridas, la historia no se diluye en la memoria de quienes hablan, años después, para liberarse de los fantasmas que sufrieron antes. Otro ejemplo a propósito es el de Doña Margarita, quien habitó el León en la lucha intergremial y el cacicazgo posterior:
Uno no podía decir nada de los caciques ni de lo que pasaba con sus amigos, no, no, nada. Ni con alguien muy cercano nada más con mi mamá,  nada más, no comentarlo afuera porque no se podía, no e debía más bien, era peligroso. Cuando cerraron las fábricas no se podía, recientemente cuando se cerró, le diré que en ese entonces cuando se murió Antonio estaba más reprimido todo[12].
 Aunque las tempralidades se alteren, siempre es posible ubicar los recuerdos en etapas específicas de la historia oficial, de la historia que se nos presenta siempre, sin embargo y vuelvo al punto del objetivo de esta investigación, estas voces sumergidas en la vida cotidiana de los habitantes, develan un mundo que fue silenciado durante años y que ahora comienza  a resurgir, como una especie de catarsis colectiva; donde el pueblo desea al fin vivir en paz y no acarreando los horrores y los traumas que guardaron durante años y que incluso, se heredandolo a las nuevas generaciones, tal es el caso del siguiente testimonio, tomado a un joven de 18 años, quien su abuelo, fue pistolero de J Hernández:
           Ese J. Hernández, era de mi pueblo, de San Jerónimo Tecuanipan. Mi abuelo era su pistolero, quién sabe cuántos cristianos no ha de tener en su conciencia el viejo, todo el pueblo sabe qué onda con eso, no, si mi abuelo luego si nos cuenta cosas pero no bien, aparte ya está muy grande, tiene muchísimos años, era un hombre grandísimo y ahorita ya está bien chiquito… Todo mundo en mi pueblo habla mal de J. Hernández porque siempre tuvo la oportunidad de ayudar al pueblo, y no hizo nada nunca, nadamás iba por matones, no dio ni un peso nunca, qué cosa va a estar dando [13]

Al parecer,  siempre es mejor ocultar las heridas, sobre todo si estas provocan vergüenza de quien las tiene. Cuando uno se hiere con algo y al cicatrizar la herida,  deja una grieta para siempre; es mejor no tocar, no mirar, no recordar su origen, porque habrá de lamentarse toda la vida por lo ocurrido. Uno habrá de vivir con la herida, porque esas cosas no se borran por más que uno quiera, se van evitando aunque nunca se olvidan.
Después de la “estabilidad” de la segunda etapa de la periodización, y el proceso de control que hubo entre escuchas, informantes y opresores; pistoleros y sicarios a sueldo, el control hegemónico de la CROM y su líder máximo: Antonio J Hernandez, quien después fuera líder nacional de la confederación, nos hablan de una historia que ha sido poco estudiada en el ámbito social. Sí bien hay diversos estudios donde se aborda la lucha obrera, es preciso indagar, desde mi punto de vista, el control que estos lideres ejercieron sobre la vida cotidiana de su población.
El cierre de las fábricas fue un golpe muy duro para la región, una debacle económica incalculable que repercutió de igual forma en los habitantes no sólo obreros, sino también campesinos y comerciantes:
Yo solamente recuerdo que habían cerrado la fábrica, como niño uno percibe como preocupación, porque si se perdieron mucha fuente de trabajo, pero  cuando ya creces comprendes que No porque nosotros no  dependíamos directamente de la fábrica, pero sí indirectamente porque muchos de esos trabajadores, compraban leche o queso. [14]
Muchos de los hombres en la década de los setentas se quedaron desempleados, tuvieron que recurrir a otras formas de vida como la delincuencia, Atlixco se volvió un nido de pistoleros que incluso, participaron en el Halconazo del 71. Con la muerte del líder Antonio J Hernández se terminó de manera parcial el control sobre la población atlixquense, que se recuerda de una u otra forma así:
Cuando se murió Antonio la gente decía que qué bueno, aun así no podían decir nada, con decirle que después que fue un líder, la máxima autoridad y todo, fue re poquitita gente a su entierro. Poquitos, poquitos, contados. Igualito pasó cuando murió Eleazar Camarillo, dicen que murió sin que alguien lo auxiliara se cayó de su cama y lo fueron a encontrar muerto.
Cuando yo ya podía hablar de todo eso se siente uno liberada, al menos uno ya está más libre, está uno ya con puede decir más cosas, ya no está con el pie que lo tienen uno , supongamos que usted está cargando el pie de esa persona, usted está agachada, si levanta usted la vista, si hace algo, ya sabe lo que va a pasar. Ay no.[15]

Tal como relata doña margarita, Eleazar Camarillo es nombrado como sucesor de J Hernández, sin embargo las estructuras estaban demasiado desgastadas para entonces y el nuevo líder, inexperto hasta cierto punto, no tenia el mismo apoyo de un sindicato, además de todo debilitado por el cierre de las fábricas, la muerte de Eleazar Camarillo en 1944, marca el cierre del dominio sindical en Atlixco e incluso puede verse como la sociedad se relaja, y puede incluso, comenzar a elegir otro tipo de gobernantes, no ligados a la CROM, es decir al PRI, por lo que Atlixco en los años noventas, ha oscilado entre gobiernos panistas, que si bien no se inscriben a la ideología tradicional del PAN, al menos son una alternativa para lo que en la memoria histórica de la región, la dominación priista dañó de manera profunda su vida y sus recuerdos.







CONCLUSIONES
Esas voces relegadas al olvido, que tienen versiones que aportar a la historia. Desde las perspectivas propias, enriquecen lo oficial, lo oral se vuelve un camino que se repite de voz en voz, pero que si no se registra corre el riesgo de perderse.
El hecho de que los involucrados, cuenten casi un siglo después lo ocurrido, tiene que ver por la necesidad de sobrevivir, a través de la derrota del horror que vivieron, la necesidad de contar tiene que ver entonces con el silencio que han vivido durante años y las expresiones tienen que ver entonces con romper el hito del cacique, para no continuar con la memoria de su tiranía.
Este tema me ha atrapado y me ha interesado demasiado, ya que puede abordarse la historia desde aristas distintas, un tema como lo es la industria en Atlixco, que es siempre tratado de una perspectiva económica también puede adquirir una visión política o social. La historia de la fábrica de Metepec me parece muy interesante y creo que aun hay mucha “tela de donde cortar”: el cacicazgo, “el progreso”, el sindicalismo, la lucha del proletariado por sobrevivir, el tema obrero, entre otros, enriquecen la perspectiva de un tema que no se ha tratado demasiado, pero que merece ser estudiado, sobre todo por el nivel de violencia que hoy se vive en algunas regiones de México y que en un México futuro, impactará de manera directa en la dinámica social del pueblo mexicano, que está creciendo con extrema violencia. ¿Cómo podrá verse la historia de México, entonces dentro de unos años, al reconstruir los hechos de la colectividad y su memoria afectada por la violencia y la sangre cotidiana?





Bibliografía

Bastian, J. P. ( 1989). Los disidentes : sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911. DF: México : FCE : El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos.
Barbosa Cano, F. (1980) La CROM : de Luis N. Morones a Antonio J. Hernandez. Puebla, BUAP.
Castañeda González, R. (2005). Las aguas de Atlixco: estado, haciendas, fábricas y pueblos 1980-1920. DF: CONAGUA, COLMEX,.
Gamboa Ojeda, L. (1981). La CROM en Puebla y el Movimiento Obrero Textil en los años 20. En Memorias del Encuentro Sobre Historia del Movimiento Obrero (págs. 33-67). Puebla: BUAP.
Malpica Uribe, S. (2002) Metepec, La máquina Urbana. Buap.
Pansters, W. (2006). Construyendo un cacicazgo en una universidad neoliberal. En A. Knight, Caciquismo en el México del siglo XX. Londres, Inglaterra.
Reyna Muñoz, M. (1988) La CROM y la CSUM en la industria textil 1928-1932. México, UAM.



Cronología


Cronología de la lucha intergremial en Atlixco, en los niveles: Nacional, Estatal y Regional (Atlixco) ubicados entre los años 1918, desde la fundación de la Confederación Regional de Obreros Mexicanos y la muerte de su último líder, Eleazar Camarillo en 1995.
AÑO
Nacional
Estatal
Atlixco
1918
Adolfo de la Huerta Presidente/Fundación de la CROM en Saltillo, Coahuila


1919

Fundación de la CROM en Puebla, llamada también como "La sindicalista"

1920
Alvaro Obregón Presidente
La sindicalista se deslinda siempre de los lineamientos generales de la CROM
Huelgas en Atlixco, se hizo necesario recurrir a tropas para protegerlas contra los huelguistas, la raíz de este conflicto era la negativa de la empresa para reconocer a los sindicalistas , la  mayoría de las fábricas estaban controladas por extranjeros especialmente españoles, por lo cual los trabajadores agregaban a todo esto la xenofobia.,
1921
LA CROM instaura su poder hegemónico a nivel nacional como la primer organización obrera para la década de los 20's

1922



1923

Vicente Lombardo Toledano Gobernador de Puebla. La CROM se recupera en Puebla y constituye en la entidad uno de sus principales soportes de control.

1924
Plutarco Elías Calles Presidente


1925
La Com busca siempre tener puestos de poder en el estado, rebasando las fronteras de lo puramente sindicalista.

La sindicalista se une a la huelga general en abril del magisterio poblano
1926
Las relaciones entre Obregón y la CROM se habian enfriado, se fortalecían con la de éste los agraristas. Sí este se reelegía los CROMISTAS perderían todo, por eso dicen que ellos fueron quienes asesinaron a Obregón.
A pesar de que la CROM nacional era anti-comunista, en Puebla, la crom para estos años, mantuvo buenas relaciones con el PCM
1927


1928
Muere Álvaro Obregón iniciando una crísis sindicalista.
Rompimiento definitivo de la SINDICALISTA con la CROM 57 de las 64 organizaciones que eran parte de la sindicalista la siguieoron.
1929
Se culpa a la CROM por su Asesinato
CROM debilitada.
1930

La CROM se declara, Anticomunista.
1931



1932
Vicente Lombardo Toledano se separa de la CROM.
Se forman los Lombardistas (Disidentes de la CROM) y los Moronistas (La CROM Oficial)
Inicia una lucha intergremial entre CROM-FROC (Moronistas y Lombardistas)
1933

LA FROC en Puebla, fue el máximo representante del lombardismo. Es por ello que debía combatirse  desde la CROM, y en años posteriores, el estado interviene para su desaparición total.
Se recrudece la lucha intergremial y aquí inicia el periodo de asesinatos y violencia de Atlixco, que terminará hasta 1948
1934
Lázaro Cárdenas, Presidente. su mandato se distingue a pesar de ser uno de los más democráticos por: a) incorporar su plan de nación a un número alto de trabajadores y b) Dar respuesta a la demanda de la  nación en torno a la estabilidad social.
La CROM domina METEPEC, y por su alto número de trabajadores, lucha contra el volcán, la carolina, el carmen y la concha, con la finalidad de imponer al sindicato en el sector obrero de Atlixco
1936
Compiten por la gobernatura del estao de Puebla: Gilberto Bosques y Maximino Ávila Camacho
23 de septiembre, Lázaro Cárdenas  decreta una organización que aglutinara a todos los sindicatos de Atlixco. Formando así la Federación Regional de Sindicatos de la Industria Textil, expulsando a los líderes gansteriles.
1937

Maximino Ávila Camacho, gobernador. Durante todo su gobierno se constituyeron grupos profesionales de pistoleros para apaciguar la situación.
Los líderes como Antonio J.Hernández regresan a Atlixco, los Atlixquenses no acatan el mandato presidencial con la aprobación de Maximino Avila Camacho.
1938

Inicia gracias a la fuerza represiva de ávila camacho, una lucha entre CROM y FROC, reprimiendo militarmente movimientos de la FROC.
1939
Auge de la industria textil por demanda generada gracias a la segunda guerra mundial
El gobernador necesita sembrar la paz en Puebla, para que los intereses de su hermano, quien aspiraba al gobierno de la república, no se viesen afectados.
Ávila Camacho, militariza a la CROM, para acabar con sus opositores.
1940
Inicia el periodo presidencial de Manuel Ávila Camacho, el cual apoya laindustrialización del país.
La industria textil fue el soporte económico de Puebla durante muchos años  y se fortaleció de gran manera en esta época.
Implementación de mecanismos político-sindicales que llevaron a la CROM a convertirse en la célula del control oficial del movimiento obrero  y campesino de la región Atlixquense.
1941

Termina Mandato de Maximino Ávila Camacho

1946
Miguel Alemán Valdéz Presidente (1946-1952) Podría decirse que con el inicio de su gobierno la región tiene las condiciones para unir a los sindicatos y pacificarse, sin embargo, las fuerzas opresoras del estado están ahí siempre.


1947

Inicia la construcción de Escuelas, con profesores pagados por los ofreros, todo esto afiliado a la CROM
1948

Fecha de unificació de la CROM, todos los sindicatos de la región se afilian a esta. Control hegemónico de las esferas sociales.
1949

Continúa el proyecto de legitimización, con parques, hospitales, escuelas, torneos deportivos y actividades recreativas regidas por la CROM. Los no afiliados a la CROM corrían siempre el riesgo de ser fuertemente reprimidos.
1950

Se consolida el proyecto para el "beneficio social" de la comunidad fabril, con los recursos de los obreros, administrado por la CROM, para legitimizar su poder ante la comunidad, esto dura 3 décadas: 50's, 60's y 70's
1967
Gustavo Díaz Ordaz, presidente (1964-1970)

Quiebra la fábrica de Metepec.
1969

Quiebra la Fábrica de León
1970
Luis Echeverría Álvarez, presidente de México (1970-1976)

Crísis económica en Atlixco. La CROM se debilita pero aún así se encarga de repartir las liquidaciones, de manera injusta.
1971

Algunos de los pistoleros ddel halconazo, fueron muchos de los desempleados jóvenes que dejó como resultado el cierre de las fábricas textiles en la región.
1972


1973

Lucha organizada de la ciudadanía de la ciudad de atlixco, es la primera vez después de casi medio siglo, en que el pueblo puede manifestarse.
1985


Muere Antonio J. Hernández
1994


Muere Eleazar Camarillo






[1]  el padrón de la fábrica de Metepec de 1905 tiene registrado que en la fábrica de Metepec, en ese año, los trabajadores procedentes de otros lugares formaban la mayor parte de la fuerza de trabajo, de 707 obreros registrados en un padrón, 235 eran de la ciudad de Puebla y 349 eran originarios de distintos puntos, entre ellos de la ciudad de México (30), Cholula (48), Texmelucan (25), Orizaba (17), Zacatelco (16), San Miguel del Milagro (25), San Felipe Hueyotlipan (15) y Querétaro (12). Otros lugares de procedencia eran Guadalajara, Huejotzingo, Tuxtepec, Tepeaca, Acatlán, Oaxaca, Amozoc, Nativitas, Tecamachalco, etc. Sólo 123 trabajadores de la fàbrica de Metepec eran originarios de la ciudad de Atlixco.

[2]  Abigail Rodríguez, entrevista realizada a Esther Pérez, hija del obrero Pedro Pérez Ramírez, Atlixco, Puebla, Marzo 2009
[3]  Abigail Rodríguez Contreras, entrevista realizada a informante anónimo, hijo de un obrero calificado de Metepec. Metepec, Atlixco, Puebla, Junio 2009.
[4] Abigail Rodríguez Contreras, entrevista realizada a la  “Señora Margarita”, hija de obrero de la fábrica de El León. Atlixco, Puebla, Agosto 2009.
[5] Abigail Rodríguez Contreras, entrevista a Señora Margarita, hija de obrero de la fábrica del León.  Atlixco, Puebla,  2009.
[6] Abigail Rodríguez Contreras, entrevista realizada a informante anónimo, hijo de obrero de Metepec. Metepec, Puebla. 2009.
[7] Abigail Rodríguez, entrevista realizada a “Doña Margarita”, habitante de Atlixco, 2009.
[8] Abigail  Rodríguez Contreras, entrevista realizada a informante anónimo, hijo de obrero de Metepec. Metepec, Puebla. 2009.

[9] Abigail Rodríguez Contreras, entrevista realizada a Anita Pérez Romero, hija de Pedro Pérez Ramírez, obrero de la fábrica de Metepec. Atlixco, Puebla, Junio 2009.
[10] Abigail Rodríguez, entrevista a Doña Margarita, Atlixco, Puebla, 2009.
[11] Abigail Rodríguez Contreras, entrevista a Guadalupe Meztititla, habitante de Atlixco, Puebla, 2011.
[12] Abig ail Rodríguez Contreras, entrevista realizada a Doña Margarita, habitante de El León, 2009.
[13] Abigail Rodríguez Contreras, entrevista realizada a Hugo Cuanalo, habitante de San Antonio Tecuanipan, Marzo 2010.
[14] Abigail Rodríguez Contreras, entrevista realizada a Eva Contreras Pérez, habitante de Atlixco. Atlixco, Puebla, 2011.
[15] Abigail Rodríguez, entrevista a Doña Margarita, Atlixco 2009